Hola. Soy una mujer de 33 años y pertenezco al grupo del 33.3% de mujeres que quedan con algún tipo de incontinencia después de un parto vaginal. Por otro lado, también pertenezco al grupo de mujeres que soñó y sigue soñando con tener su parto de la forma más natural posible: sin anestesia, en agua, en cuclillas, con doula, en casa u hospital especializado, y que dure lo que dure. Así fue como pasó con mi primer hijo, y tuve una experiencia increíble. Me preparé mental y psicológicamente para este maratón. Durante el embarazo hice yoga prenatal y tomé un curso de parto humanizado, pero nunca nadie me habló de preparar mi piso pélvico: ese músculo que sostiene bebé, vejiga, uretra, recto, y todos los órganos que hay hacia arriba. Así que después de un parto natural tal cómo lo había soñado, me di cuenta dos meses después que mi piso pélvico estaba pagando el precio de haber cumplido ese sueño, pues sentí que había perdido total conexión con el músculo y no lograba hacer una contracción.
Entré a terapia manual y electro estimulación por 8 meses (dos veces a la semana), y luego hice por 3 meses (3 veces por semana) gimnasia hipopresiva. Sentía que controlaba mucho más, pero la verdadera prueba de fuego era cuando me enfermaba (mi hijo entró al jardín, o sea me enfermaba cada 2 meses). Cada vez que estornudaba, tosía o me sonaba se me salía algo de orina, y ni hablar de correr más de 3 metros. En total pasaron dos años desde el nacimiento de mi hijo y sí había mejorado un poco, pero la verdad no lo que había esperado.
Encontré a Miriam por casualidades de la vida y decidí darme una oportunidad más. Salí de la primera cita muy triste, ya que en pocas palabras lo que me dijo fue que había perdido mi tiempo y mi dinero en tantas terapias que no estaban diseñadas para mí, que tenía una contractura en el músculo, y que ni soñara con quedar embarazada hasta no estar más fuerte. Obviamente esa fue la parte qué más duro me dio. Su diagnóstico me pareció un poco radical, así que decidí buscar tres opiniones más y dio la casualidad que todos pensaban igual que yo. Sin embargo hice caso omiso tanto a estas opiniones como a mi ego, y me basé en mi experiencia: casi dos años de terapias sin ningún resultado prometedor. No tenía nada que perder con esta nueva terapia. Así que comencé, y qué bien que lo hice.
A los 4 meses de terapia le pregunté a Miriam, qué pensaba de un posible embarazo y me dio luz verde. Hoy en día 5 meses después, tengo 20 semanas y continuo en terapia dos veces por semana preparándome para un parto natural nuevamente. Esta vez me siento más segura y preparada ya que primero estoy más informada, y segundo mi cuerpo está más fuerte. También estoy consciente de una posible cesárea en caso que mi piso pélvico esté en riesgo y una parto me vaya a afectar realmente la calidad de vida. Una cosa que tengo que aceptar es que ya no soy la misma de antes (las que somos mamás sabemos esto), y que no puedo pretender quedar como si nada hubiera pasado.
Invito a todas las mujeres a conocer su piso pélvico, a ubicarlo, sentirlo, y hasta sexualmente aprender a explorarlo (sí mejora el sexo definitivamente). Invito sobre todo a las mujeres que planean o ya están embarazadas, a preparar su cuerpo para un parto o simplemente como algo preventivo (en lo personal me hubiera encantado tener esta oportunidad antes de haber tenido mi primer hijo). Y por último invito a las personas que como yo están pagando el precio por la falta de información. Sepan que la incontinencia antes y después de un parto se puede prever, prevenir y solucionar. Realmente vale la pena hacerse una valoración con un especialista y sencillamente conocerse.
Con esto me despido, muchos éxitos a todas en su proceso.